domingo, 13 de noviembre de 2011

La niña que llora en tus fiestas...


Vuela un columpio vacío sobre mi cabeza, vuela por el cementerio de mi voluntad.
Sigo buscando la niña que llora en tus fiestas, suenan campanas en flor por mi funeral.
Mírame con la estrella polar a mis pies
vuelvo a casa perdida otra vez
porque no sé dejar de adorarte.
Vuela un columpio vacío rozando la arena

deja las huellas del ángel caído al pasar
huellas que siempre me llevan a ti quitapenas
como la dosis de vida fugaz que me diste a probar.
Mírame con la estrella polar a mis pies
vuelvo a casa perdida otra vez
porque no sé dejar de adorarte.
Pienso en ti cada vez que me alejo de mí
cada vez que prefiero morir
desde el día que tú me dijiste tu carita
es una rosa sin abrir.
Mírame con la estrella polar a mis pies
vuelvo a casa perdida otra vez
porque no sé dejar de adorarte.
Piensa en mí cada vez que me miras así
se me cosen los labios a ti
y la luna me pinta los ojos.
Mírame cada vez que te vas pienso en ti,
cada vez que prefiero morir
cada vez que me besas así
cada vez que te vas mírame.
La niña que llora en tus fiestas
La Oreja de Van Gogh

martes, 1 de noviembre de 2011

Mi abuela...


Mi abuela me enseñó a leer.
Mi abuela me enseñó los libros y me traspasó su amor hacia ellos. No tuve elección, fue su herencia. Mi abuela me dijo que con los libros yo nunca estaría sola.
Me enseñó a cuidar de mis ojos adueñándome de ellos como el lugar más preciado, el más nítido. Me explicó que si alguna vez fallasen los oídos, no sería tan grave, poco me perdería, todo lo que valía escuchar se había escrito y lo rescataría con mis ojos. Me dijo que si alguna vez fallase la voz, no sería el fin. Recibiría el sonido exterior sin devolverlo y nadie lo echaría en falta, menos yo. Estaban las palabras para ser ejecutadas: por mis oídos las que ya estaban concebidas, por mis manos las que quisiera inventar. Al final, sin mencionar siquiera otras carencias, como el olfato o el gusto, mi abuela me dijo que ignorara la sordera y la mudez si llegasen a acometerme, que la única falta total era la ceguera.
Que cuidara mis ojos. Solo con ellos podría leer. Sólo ellos me salvarían de la Soledad.

Foto: Fuente de San Gregorio (Gema del Vino)
Agosto 2011
Texto: Para que no me olvides (Marcela Serrano)