sábado, 13 de enero de 2007

Manual de desamor

Pensando defetos,
y no gracias; que olvidando,
defetos están pensando,
que no gracias, los discretos.
No la imagines vestida
con tan linda proporción
de cintura, en el balcón
de unos chapines subida.
Toda es vana arquitectura,
porque dijo un sabio un día
que a los sastres se debía
la mitad de la hermosura.
Como se ha de imaginar
una mujer semejante,
es como un disciplinante
que le llevan a curar.
Esto sí, que no adornada
del costoso faldellín;
pensar defetos, en fin,
es medecina aprobada.
Si de acordarte que vías
alguna vez una cosa
que te pareció asquerosa,
no comes en treinta días,
acordándote, señor,
de los defetos que tiene,
si a la memoria te viene
se te quitará el amor.
El perro del Hortelano
Lope de Vega

viernes, 12 de enero de 2007

... Algunos años de soledad


Habría podido guiarse por el olor si el olor no hubiera estado en toda la casa, tan engañoso y al mismo tiempo tan definido como había estado siempre en su pellejo. Permaneció inmóvil un largo rato, preguntándose asombrado cómo había hecho para llegar a ese abismo de desamparo, cuando una mano con todos los dedos extendidos, que tanteaba en las tinieblas le tropezó la cara. No se sorprendió, porque sin saberlo lo había estado esperando. Entonces se confió a aquella mano, y en un terrible estado de agotamiento se dejó llevar hasta un lugar sin formas donde le quitaron la ropa y lo zarandearon como a un costal de papas y lo voltearon al derecho y al revés, en una oscuridad insondable en que le sobraban brazos, donde ya no olía más a mujer, sino a amoniaco, y donde trataba de acordarse del rostro de ella y se encontraba con el rostro de Úrsula, confusamente consciente de que estaba haciendo algo que desde hacía mucho tiempo deseaba que se pudiera hacer, pero que nunca se había imaginado que en realidad se pudiera hacer, sin saber cómo lo estaba haciendo porque no sabía dónde estaban los pies y dónde la cabeza, ni los pies de quién ni la cabeza de quién, y sintiendo que no podía resistir más el rumor glacial de sus riñones y el aire de sus tripas, y el miedo y el ansia atolondrada de huir y al mismo tiempo de quedarse para siempre en aquel silencio exasperado y aquella soledad espantosa.
Cien Años de Soledad
Gabriel García Márquez

miércoles, 3 de enero de 2007

Tu recuerdo



Tu recuerdo sigue aquí, como un aguacero

Rompe fuerte sobre mí, pero a fuego lento

Quema y moja por igual, y ya no sé lo que pensar

Si tu recuerdo me hace bien o me hace mal

Un beso gris, un beso blanco

Todo depende del lugar

Que yo me fuí, eso está claro

Pero tu recuerdo no se va

Siento tus labios en las noches de verano

Ahí están, cuidándome en mi soledad

Pero a veces me quieren matar

Tu recuerdo sigue aquí...

A veces gris, a veces blanco

Todo depende del lugar

Que tú te fuiste, eso es pasado

Sé que te tengo que olvidar

Pero yo le puse una velita a to´s mis santos

Ahí está, pa´ que pienses mucho en mí

No dejes de pensar en mí

Tu recuerdo sigue aquí...

es antídoto y veneno al corazón (te hace bien)

que quema y moja, que viene y va

(¿tú donde estás?) atrapado entre los versos y el adiós

Tu recuerdo sigue aquí

Como aguacero de mayo

Rompe fuerte sobre mí

Y cae tan fuerte que hasta me quema hasta la piel

Quema y moja por igual

Y ya no sé lo que pensar

Si tu recuerdo me hace bien o me hace mal

Tu recuerdo sigue aquí

Rompe fuerte sobre mí

Pero que rompe, rompe, el corazón

Quema y moja por igual, sé que te tengo que olvidar

Si tu recuerdo me hace bien y me hace mal