Pensando defetos,
y no gracias; que olvidando,
defetos están pensando,
que no gracias, los discretos.
No la imagines vestida
con tan linda proporción
de cintura, en el balcón
de unos chapines subida.
Toda es vana arquitectura,
porque dijo un sabio un día
que a los sastres se debía
la mitad de la hermosura.
Como se ha de imaginar
una mujer semejante,
es como un disciplinante
que le llevan a curar.
Esto sí, que no adornada
del costoso faldellín;
pensar defetos, en fin,
es medecina aprobada.
Si de acordarte que vías
alguna vez una cosa
que te pareció asquerosa,
no comes en treinta días,
acordándote, señor,
de los defetos que tiene,
si a la memoria te viene
se te quitará el amor.
El perro del Hortelano
Lope de Vega
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